En este curso 2014-2015 utilizaré en mis clases la plataforma Clasroom (Aula) de Google. Aunque es un conjunto de herramientas que puede calificarse de elemental en comparación con los sistemas de gestión del aprendizaje (LMS) ya asentados, creo tener buenos motivos para hacerlo. Conozco Moodle por usarlo en la Universidad Complutense, Sakai por lo mismo (y lo prefiero), Blackboard por el ISCTE de Lisboa y Dokeos porque lo implantamos en el Departamento de Sociología de la Universidad de Salamanca ya en 2004 (Demos). Son estupendos, pueden facilitar mucho el trabajo tradicional del profesor (comunicaciones, calificaciones, agenda, distribución de documentos, recogida de trabajos, cierto tipo de exámenes, etc.) e incorporan otras posibilidades propias de la web 2.0, tales como chats, foros, blogs y wikis. Sin embargo, no me gustan por varias razones.
La primera es que, para el usuario, son jardines vallados. Los citados, excepto Blackboard, son de código abierto, pero eso está muy bien para los informáticos, no para los docentes. Para el profesor son plataformas que tanto él como el alumno tendrán que aprender a utilizar ex profeso y, en la mayoría de los casos, sólo podrán utilizar en sus estudios. Pero yo doy clase en másteres y en el grupo bilingüe de primer curso de grado, con alumnos que no vienen de la misma universidad o que acuden por primera vez a ella, por lo que tengo poco que ganar de unas plataformas que todavía no conocen y mucho que perder con acompañarlos en la primera y peor parte de su curva de aprendizaje. En contraste, todos ellos conocen en mayor o menor medida el entorno Google (Google Search, Gmail, Drive, YouTube...).
La segunda es que las herramientas más sofisticadas de los LMS son a menudo decepcionantes: la videoconferencia raramente funciona en las instalaciones que hacen las universidades, las wikis y los blogs son torpes y feos, las agendas no se integran -o no es fácil- con otras externas, etc.: como consecuencia, y salvo para cursos muy cortos en los que era profesor invitado, ya hace tiempo que recurro a otras plataformas especializadas y más sofisticadas (concretamente, Wikia, Wikilibros o Wikispaces para las wikis y Edublogs, Kidblog o Blogger para los blogs). En consecuencia no me preocupa nada que estas herramientas no estén todavía en Classroom. De hecho, no hay wiki y trabajaré en Wikispaces, pero podría hacerse algo parecido con GDocs; no se han integrado los blogs, pero no creo que Google tarde en integrar Blogger; y ya han integrado los Hangouts, más efectivos y fáciles de utilizar que cualquier herramienta de videoconferencia de un LMS.
La tercera, la última pero no la menos importante, es que la experiencia indica que Google nunca se cae, pero las plataformas universitarias sí. Aparte de las suspensiones oportunamente anunciadas por mantenimiento y otros motivos, ya me ha pasado varias veces encontrarme caído el Campus Virtual de la Universidad Complutense un viernes o un sábado y que no se restableciera su funcionamiento hasta el lunes: ya se sabe, el horario del funcionariado.
Classroom ofrece ya una serie de funcionalidades para la distribución de tareas entre los estudiantes, su recogida, la circulación de feedback, etc., incluida la organización automática de carpetas y el control del proceso, que parecen atractivas... para la enseñanza no universitaria o para los estudios de materias muy normalizadas (ingenierías, derecho, matemáticas), pero probablemente no para otras más abiertas como las que yo imparto, aunque ya veremos. En todo caso, no hay nada que perder.
En una universidad mínimamente eficaz yo ya tendría mis cursos del primer cuatrimestre preparados y listos, esperando sólo la voz de ¡Ya!, pero aquí llega la marca país. Classroom está integrado en Google Apps for Education, plataforma que utilizan buena parte de las universidades españolas, entre ellas la UCM. Sin entrar en detalles, esto significa que para que yo pueda organizar mi curso y mis alumnos sumarse a él basta, por parte de los servicios universitarios, literalmente con marcar un a casilla. Adicionalmente, la Universidad puede, si lo desea, crear una lista separada de profesores, para que sólo los profesores puedan actuar como profesores y los alumnos sólo puedan actuar como alumnos. Del resto se ocupa Google y, como puede suponerse, la universidad dispone de esa lista y el asunto no entraña dificultad alguna. Sin esto no hay nada que hacer, pues inscribirse como alumno o como profesor requiere una dirección de correo electrónico que Google pueda reconocer como propia de un servidor de GAFE (en nuestro caso, con una extensión que termine en ucm.es)
Pues, bien: Google anunció el lanzamiento experimental de Classroom el 6 de mayo, y yo recibí su invitación a probarlo el 24 el mismo mes. El 29, al comprobar que mi dirección @ucm.es no era reconocida por Google como propia de GAFE a estos efectos, me dirigí a los Servicios Informáticos de la Universidad para preguntar si habían activado Classroom (marcado la casilla) y si pensaban hacerlo (quien no conozca GAFE se extrañará de esta presunta simplicidad, pero así es: se abre la consola de administrador, se va a la lista de aplicaciones y se marca Classroom -un par de minutos si no sabes a priori dónde está y menos si lo sabes). Los SSII dieron por cerrado el asunto, sin responder, el 3/7. El 4/8 volví a dirigirme a ellos; el 7/8 Google anunció que Classroom estaría universalmente accesible en la semana del 11, lo que efectivamente sucedió el 19. El 28 de agosto, por fin, se puso en contacto conmigo un asesor del Vicerrectorado de Innovación, de donde dependen los SSII, para decirme que se había aprobado la autorización de Classroom y era cuestión de días que lo habilitaran estos. Este mismo asesor me ha proporcionado después, muy amablemente, más información, pero el caso es que Classroom sigue, a día de hoy, 21 de septiembre, sin estar habilitado.
Teniendo en cuenta que el calendario lectivo comienza dentro de una semana, el 30 de septiembre, esto significa que la noticia llegará al conjunto el profesorado cuando ya hayan puesto en marcha sus cursos en otra plataforma o en ninguna y, a los ya informados de la existencia de Classroom, cuando probablemente ya hayan renunciado a él para este curso o, al menos, para este cuatrimestre. Aunque seguro que no es eso, el caso es que si se tratase de una estrategia para evitar posible trabajo en este curso o en este cuatrimestre (por ejemplo consultas, demandas de apoyo, etc.), sería un manejo de los tiempos perfecto: se pone en marcha lo bastante pronto para que nadie pueda decir que no se ha hecho y lo bastante tarde para que nadie pueda usarlo en una temporada. Yo, no obstante, soy tenaz (sinónimos: terco, tozudo, obstinado, firme, testarudo, etc.), de manera que esperaré, entre otras cosas porque, en realidad, necesito poco de los LMS por utilizar sobre todo herramientas externas.
Pero no quiero dejar de decir que, en mi opinión, un Vicerrectorado innovador y unos Servicios Informáticos competentes y eficientes deberían haber indagado las posibilidades de Classroom desde el momento en que se anunció como plataforma experimental y haberlo habilitado a los pocos días de su apertura.
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