4 may 2010

Sobre el malestar docente: sombras y luces

En el Barómetro del Profesorado se pregunta a éste sobre la situación general del sistema escolar y por el nivel educativo en comparación con cuándo estudió y con cuando empezó a trabajar como docente y se le piden sus previsiones sobre cómo estarán ambos (el sistema y el nivel) dentro de otros cinco años. Si hay que resumirlo en pocas palabras, digamos que los pesimistas siempre doblan, como poco, a los optimistas. La tabla siguiente lo presenta en porcentajes.


Claramente mejor

Algo mejor

Ni mejor ni peor

Algo peor

Claramente peor

Situación general respecto a cuando era alumno

16,9

14,2

11,1

21,0

36,9

Situación general respecto a cuando empezó

9,5

14,5

31,9

28,6

15,6

Situación prevista para dentro de cinco años

3,4

22,6

22,4

27,9

23,8

Evolución del nivel respecto a cuando era alumno

16,2

17,2

8,3

23,5

34,9

Evolución del nivel respecto a cuando empezó

9,4

16,1

30,6

29,6

14,3

Evolución prevista del nivel para dentro de cinco años

4,2

22,3

24,8

29,0

19,7

La diferencia entre las ciencias sociales y las ciencias naturales es que, en éstas, hay una clara distinción entre el sujeto (que estudia) y el objeto (estudiado), mientras que las primeras se ven condiconadas y afectadas por la reflexividad, es decir, por el hecho de que el objeto de estudio es, a la vez, sujeto. El profesorado, por ejemplo, lee los informes que hacen investigadores y expertos, que influyen sobre su conducta. Pero, además, sabe que la información que él mismo suministra al investigador es performativa, es decir, que tiene efectos. Una visión apocalíptica de la enseñanza puede responder a la realidad, o ser resultado de un distorsión inconsciente de la misma, pero también puede tener la intención de legitimar una actitud, desde la desvinculación o la desresponsabilización hasta la demanda de mayores contrapartidas. El investigador, por otra parte, tiene que explicar no sólo la realidad social, sino la(s) visión(es) de la realidad, que también son parte de ella. Si pedimos al profesorado una valoración de la situación o la evolución del sistema educativo no es para conocer éstas (para eso son más útiles diversas estadísticas e indicadores objetivos o, del otro lado, formas más intensivas y comprensivas de obtener información de los propios docentes, como las entrevistas, los grupos focales, la observación, etc., no las encuestas), sino para conocer lo que nos dicen sobre éstas, que es algo distinto.

Si el reformismo pedagógico fue en un tiempo la nota dominante del discurso docente, hoy lo es más bien, al menos en la arena pública, el pesimismo social, la expresión de un malestar difuso pero omnipresente en el que todos los males parecen quedar del lado de la sociedad, la política, el mercado, las familias, los alimnos… Esto se muestra desde las encuestas, como el mencionado Barómetro y muchas más, hasta esa nueva corriente literaria que en otro lugar he llamado cuadernos de quejas.

En medio de este gris panorama he encontrado algo muy refrescante: Retrato canalla del malestar docente, magnífico libro de Juan José Romera López, profesor malagueño (Ediciones Toromítico, 2010) que me ha enganchado de principio a fin y he devorado en un par de días, sólo porque otras obligaciones me han impedido hacerlo en uno. Una profesora de bachillerato quemada y resabiada, mezcla de señora Rottenmeyer y Marujón celtibérico, apabulla a un joven profesor con la voz de la experiencia, es decir, con toda la colección de tristes banalidades que hoy alimenta el runrún de tantos claustros. Romera desgrana el discurso típico y tópico del malestar docente mediante la afortunada fórmula de una sucesión de correos electrónicos que la veterana envía al novato, y lo hace con gracia, hasta el punto de que el lector llega a sentir simpatía por los dislates de la protagonista. Pero también se toma el trabajo de glosarlos, recorriendo tanto la versión banal de esos tópicos como su expresión ilustrada por tantos analistas del desastre educativo e intelectuales despistados que han llegado a alinearse irresponsablemente con ellos. Siendo tan amplia la temática que exigiría un trabajo enciclopédico desmontarla en detalle, el recurso a las breves glosas no puede pretender ni pretende tanto, pero sí llega, y muy bien, para mostrar la precariedad y la debilidad de los fundamentos de ese discurso circular y autista, pero cada vez más ruidoso. Una lectura muy recomendable.

7 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Uno de los problemas con el que nos enfrentamos a la hora avanzar en la mejora de la respuesta educativa no lo constituye tan sólo el hecho constatable de las percepciones que como docentes tenemos de nuestra tarea profesional, sino la convicción de que no existe otro modo de hacer, de contruir nuestro 'rol' profesional, que permita sacudirnos de estas creencias pesimistas y paralizadoras. Algunos consideramos que una actitud profesional basada en la práctica de la colaboración y en la construcción colectiva de conocimiento pedagógico en el seno de los claustros, entre centros y con comunidades educativas constituiría una posición intelectual antidoto de creencias obsoletas y promotora de desarrollo profesional capacitador. Con respecto a esta idea, hace algún tiempo, tuve la suerte de participar en un proyecto en el que se facilitaban información y lineas de trabajo al respeto. Se puede consultar en la siguiente dirección de Web:
    http://issuu.com/rgarci6/docs/profesor_quemado

    ResponderEliminar
  3. Que tan excelentes materiales lleven en el enlace "profesor quemado" no parece ser sino una contradicción en sus términos... en todo caso, es un auténtico revulsivo comprobar como lo que parece ser el discurso dominante en el profesorado no lo es tanto!

    Será que las voces de los profesionales que afrontan los retos con vigor tienen menos prensa. He corrido a comprar el libro del profesor malagueño que recomienda el autor del blog.

    Por mi parte, como lectura/regalo para todos mis amigos y amigas docentes, en especial a quienes por distintas razones se encuentran en la encrucijada, es decir, que se hacen preguntas y mantienen vivo su sentido del humor, me permito recomendar el siguiente libro, con referencias conocidas, pero con otras que lo son menos (línea Pennac, adelanto): Enciclopedia de Malos Alumnos y rebeldes que llegaron a genios. De J.B.Ouy, S. bloch y A. Blanchard, de Catapulta Eds.

    Un saludo cordial,
    Sol

    ResponderEliminar
  4. Anónimo13:04

    Pues habrá que hacerse con el citado libro.
    Gracias por la recomendación.
    Víctor M.

    ResponderEliminar
  5. Anónimo13:59

    Es difícil colocarse entre “Don Optimo” y “Don Pésimo” en el discurso de la Educación, pero hay que intentarlo porque en ese lugar está la realidad. Entre el dolor de aprender y el gozo del conocer hay un océano de incertidumbres con monstruos y sirenas incluidos.¡Es tan agradable la ignorancia que a veces da pena perderla! pero enseñar es contar que no hay Reyes Magos aunque la gente crea en ellos. El tiempo no se detiene y educar es precisamente admitir que nada ni nadie es eterno, ni siquiera las ideas, por coherentes que parezcan en su contexto. ¿Por qué quienes creían que educar no era castigar ni vigilar, ahora asustados recurren a justificar la violencia y a teorizar sobre un pasado glorificado? ¿A que obedece tanto pesimismo?
    El malestar no está sólo en la educación; se mastica, es ambiental, económico y vital, está en la cultura en general. Sobre todo es un fenómeno de Opinión publica, mejor dicho, de opinión publicada, pero como es la más que se oye parece que no existe otra. La visión pesimista de la Educación, la publicada, convertida en Opinión Pública está socavando el interés de quienes siguen entusiasmados por enseñar y aprender. Imaginar que cualquier tiempo pasado fue mejor, no es más que un sueño colectivo; cuando menos, dañino, porque alienta un sentido de comunidad que excluye a los que no son o piensan de esa manera, porque pertenecen a otra generación o a otro grupo. A mi modo de ver, es inseparable el sentido de la vida del de aprender y cuando falta el entusiasmo y se piensa que “A peor vamos”, la frase que siempre han dicho los viejos amargados a los jóvenes rebosantes de alegría, lo más razonable es quitarse de en medio de la Educación.

    ResponderEliminar
  6. De la Fundación Alternativas:


    http://www.falternativas.org/content/download/13199/408899/version/3/file/doc158.pdf


    “En la mayoría de sociedades industrializadas persisten mecanismos de reproducción de las desigualdades educativas (Shavit y Blossfeld, 1993), y España no es la excepción. La clase social de origen y el nivel educativo de la madre están estrechamente relacionados con el débil acceso a la educación secundaria. Está demostrado que los años adicionales de estudio de la madre incrementan la probabilidad relativa de que un menor estudie bachillerato en relación con el resto de alternativas, o que los jóvenes cuyos padres provienen
    de la clase de trabajadores manuales (cualificados y no cualificados) tienen escasas probabilidades de cursar estudios de bachillerato (Calero, 2006). Estos datos indican que las características de los padres influyen en las trayectorias educativas de los hijos.
    Este estudio muestra que uno de los mecanismos de trasmisión de las desigualdades educativas radica en la implicación de los padres en el cuidado de sus hijos, especialmente en los primeros años de vida. La implicación de los padres, la cantidad y la calidad del tiempo dedicado a los hijos, puede llegar a tener consecuencias importantes en el rendimiento escolar y, mediante este último, en la futura integración social y laboral de los menores.”.


    Venga seguro que esto centra el debate un poco mas……..el estudio habla de “años adicionales de estudio de la madre”.
    La escuela……….tiene un efecto marginal, mal que les pese. Mientras no se acepte esa premisa no hay nada que hacer (premisa que ya han aceptado en Finlandia por ejemplo).

    ResponderEliminar
  7. Ana Sacristán15:28

    Me estoy divirtiendo mucho con la lectura del libro. Creo que me lo habría perdido si Mariano no hubiera hecho un comentario sobre él: gracias.

    Y mil gracias más por hacernos la vida fácil. Como se sabe, y perdón por la obviedad, la sindicación es un instrumento esencial en la web 2.0. Pero siempre la había hecho yo. Es la primera vez, y resulta agradabilísimo, que me encuentro con que una persona -Mariano- la usa desde él.

    (No quiero nada. En este país parece que hablar mal de alguien es garantía de veracidad. Si hablas bien...malo porque seguro que hay interés detrás. Pues no).

    Ana Sacristán

    ResponderEliminar