Tomo el título, desdramatizado, del clásico de Ante Ciliga, comunista croata-yugoslavo
que pasó diez años en la Unión Soviética y resumió en él su memoria de los
mismos: En
el país de la gran mentira. No es que vaya a escribir una necrológica
del autor (murió en 1992) ni una reseña de su obra (aparecida en Francia en
1938), que recomiendo, sino que no puedo evitar que el título
me venga obsesivamente a la cabeza cuando leo, en PISA
in Focus 22, que me llega hoy,
la consabida estadística según la cual España está entre los países en que se
dan más horas de clase, esa que periódicos, claustros, sindicatos y aficionados
repiten sin descanso. Ya lo ven aquí abajo: el cuarto país por el total de
horas en la educación obligatoria.
La primera trampa está en considerar o no el número de años.
De los países que se recogen en el gráfico dos suman once años de primaria y
secundaria, seis suman diez, diecinueve suman nueve y seis suman ocho. Resulta elemental, pues, que el total de horas español sólo es comparable
sin matices con seis de ellos: los que, como nosotros, totalizan diez años. Los
de once años también aventajan a España en horas (Australia e Irlanda), y, de
los otros cinco de diez, uno aventaja a España en horas (Países Bajos), dos se
sitúan inmediatamente detrás (Luxemburgo e Islandia) y otros dos algo más lejos
pero por encima de la media de la OCDE (Dinamarca y Noruega). O sea, que se ha
hecho mucho ruido por muy pocas nueces.
Pero si acudimos a la fuente original de los datos, la Tabla D1.1 del indicador D1 de Education at a Glance (menos expresiva y
vistosa pero más exacta y explícita que el gráfico), podemos ver el cómputo de
horas anuales en que se basa el gráfico. Nuestro país aparece, entre los
treinta y dos de la OCDE de los que se recogen datos, en el puesto noveno o
décimo (dependiendo de si se considera el horario nominal o real de la Bélgica
francófona) en educación primaria, con 875 horas anuales, y el tercero o el
cuarto (lo mismo, esta vez por Francia) en la secundaria obligatoria, con 1050 horas.
Ahora bien: ¿de dónde sale ese cómputo? Las 875 horas de
primaria proceden de multiplicar 175 días de clase por 5 horas diarias. ¿Cinco
horas? Más despacio: cinco horas incluido el recreo, oficialmente de media
hora, lo que significa que las 875 horas anuales se quedan en 787,5.
En cuanto las 1050 horas de la ESO, pues lo mismo, sólo que
multiplicando por seis, con lo que al descontar los recreos se quedan en 962,5.
Hay algunas honrosas excepciones, pues el horario oficial es de 30 horas y unos
pocos centros lo aplican a rajatabla, pero la inmensa mayoría opta por esa invento
española que es la hora de 55 minutos, lo que en conjunto significa 30 minutos
menos al día, o sea, el ya citado total reducido.
Sumadas primaria y secundaria obligatoria darían ahora un total de
8.575 horas en diez años, lo que colocaría a España en el noveno o décimo
lugar, sólo con más horas que Noruega y Dinamarca entre los seis países con
diez años de enseñanza obligatoria y por detrás incluso de alguno con nueve. Menos bolas.
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