Mi tribuna de 24/8 en El País
¿Cómo debe ser la vuelta a la
escuela? Diversa y flexible: no podrá ser igual en todos los centros, que son
muy distintos, ni habrá fórmula definitiva, como no lo han sido siquiera los
planes de verano.
Parámetros obligados. No compete a
las administraciones decir a cada centro todo lo que hacer, sino qué hacer en
todos ellos, que será sólo parte de lo que deba hacer cada uno. Ante todo,
fijar parámetros comunes apoyados en datos: protecciones personales, superficie
por alumno, márgenes para combinar actividad presencial y no presencial,
horarios de apertura y lectivo...
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Recursos adicionales. Materiales y
personales, pero sabiendo que no estamos para lujos: reformas interiores donde
sea preciso y viable; conectividad, dispositivos, plataformas y capacitación
digital; personal temporal de apoyo, sea o no docente.
Planes específicos. Los centros sólo
son superficialmente iguales; difieren en sus espacios y entornos, las
necesidades discentes y las capacidades docentes. Toca a direcciones y órganos
colegiados elaborar y actualizar planes sobre el terreno según sus necesidades,
recursos y oportunidades, y a las administraciones ayudar, acompañar, difundir
y supervisar.
Espacios y tiempos. Todo espacio es
susceptible de otros usos: gimnasios, bibiotecas, capillas (sin por ello
renunciar al deporte, la lectura o, en su caso, la fe), porches, carpas...
pueden transformarse en espacios ordinarios de enseñanza y aprendizaje. Y
flexibilizar tiempos permite desconcentrar (eliminar horas punta) y multiplicar
espacios (turnos). Hay límites legales para la jornada laboral docente, pero no
para su redistribución interna.
Actividad trimodal. Presencial en la
escuela y en línea en casa, como sabemos, pero también en línea dentro de la
escuela. Ese tercer modo es factible en espacios más amplios desconcentrados y
con ratios superiores: alumnos aprendiendo individualmente o en equipo y
educadores supervisando la seguridad y apoyando el aprendizaje. Amplía el
tiempo de cuidado, refuerza la socialidad y la colaboración y facilita la
transición de y al medio digital.
Personalización. Según su edad,
madurez y entorno material y cultural, hay alumnos que necesitan poca escuela y
otros para los que toda escuela es poca, para quienes aumenta el riesgo o lo
reduce, a un lado y otro de las desigualdades digitales de acceso y uso. Las
dosis individuales de presencialidad no precisan ser homogéneas ni constantes,
y siendo menores para unos podrán ser mayores para otros, pues las escuelas
tienen límites. Seguramente es lo que quieren sus familias.
Siglos de historia han comprimido la
escolarización al aula-huevera, decenios de corporativismo han reducido la
jornada escolar de la mayoría a la mañana, lustros de dejación han configurado
una profesión con poco músculo colectivo. Las comparaciones son odiosas, y más
la que nos ofrecen hoy sanidad y educación, los dos grandes servicios del
Estado social. La tarea será ardua, pero el aplauso hay que ganárselo.
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