Con motivo de una conferencia con este título impartido en el contexto de Edugal, en Pontevedra, Diario de Pontevedra me realizó esta entrevista, publicada el pasado día 8. La había olvidado, pero ya que la veo en el correo la reproduzco. Aquí la versión publicada.
1.- ¿Esta charla va dirigida a docentes esencialmente? ¿Sobre qué nociones hablará?
Va dirigida a cualquier interesado en la educación. Hablaré de las perspectivas del aprendizaje, de la educación (o la enseñanza) y de la escuela (que son tres cosas distintas) en la sociedad de la información. Si lo quiere resumido en dos frases, hablaré de cómo los tres ámbitos crecen, pero el primero más que el segundo y ambos más que el tercero; de cómo las formas de enseñanza propias de la institución escolar entran en conflicto con las formas cada vez más extendidas de aprendizaje fuera de ella; de por qué las oportunidades sociales individuales dependen cada vez más de la cualificación y de la educación, pero esto no significa necesariamente que estén mejor repartidas; y de por qué, a pesar de la importancia creciente de la educación, que todos perciben, la escuela lo tiene cada vez más difícil y es mas cuestionada.
2.- En Galicia y otras comunidades hay proyectos de incorporación a las nuevas tecnologías. ¿Podemos hablar ya de aulas del siglo XXI?
¡Ni de lejos! La mayoría de las aulas son todavía del XX y muchas del XIX. Se hacen cosas magníficas en las aulas, pero también horrendas. Los alumnos viven ya en buena media, y lo harán más como adultos, en la galaxia Internet, pero centros y profesores, excepto la parte más avanzada, lo hacen más bien en la galaxia Gutenberg, algunos -demasiados- incluso en la pre-Gutenberg, la de la Biblia o el libro de texto
3.-¿Cómo está nuestra educación en relación a la de otros países? ¿Recomendaría optar por marcharse en estos momentos?
Nuestra educación está sólo un poquito por detrás de la media europea o de la OCDE y bastante por detrás de los mejor situados. El problema no es el puesto en el ránking, o en el pelotón, sino la distancia que nos separa de la cabeza. En todo caso no está bien, pero eso no viene de ahora, ni de los recortes, ni de la LOGSE. Viene de más lejos (de la historia de España) y de más cosas (en particular de la ordenación académica, la rigidez escolar, la organización de los centros y de cultura de la profesión). Yo siempre he aconsejado, aconsejo y aconsejaré salir. No por marcharse de aquí, sino por ir allí, a donde sea, cambiar de aires, ampliar horizontes, conocer otras culturas. Y, si es a estudiar, mejor que mejor.
4.- ¿Está afectando la crisis sobre la estructura de nuestro sistema educativo?
Por supuesto. Los recortes se notan y, lamentablemente, los sufren sobre todo los más débiles, porque son quienes están más cerca del “fracaso” y del abandono, quienes necesitan apoyos compensatorios que son los primeros en desaparecer, quienes dependen más de la estabilidad de los aspectos aledaños de la educación, quienes corren más riesgo. Pero muchos problemas vienen de antes o son independientes de la crisis. Hoy recorta el gobierno; ayer lo hacían los sindicatos arrancando jubilaciones anticipadas, días al calendario, jornada continua…
5.- ¿Cómo puede afectar la nueva Ley Wert?
La ley Wert tiene muchos aspectos, pero el más preocupante para mí es la ordenación, en concreto la anticipación de la división de los alumnos antes del término de la enseñanza hoy común, a 4º y 3º de la ESO, y con medidas anexas que marcarán a unos cuantos desde 1º. Ante el problema del alto nivel de no graduación (“fracaso”), que con pocas variaciones lleva ahí décadas, cabían dos orientaciones: atacar su raíz, o aceptarlo y naturalizarlo. Lo primero habría requerido terminar con la falsa imagen vigente de una “primaria feliz” -porque lo que se manifiesta en la ESO se ha incubado en Primaria sin que nadie prestase atención- y concentrar en ella las medidas compensatorias y de diversificación -diversificación de los medios, no de los objetivos. Pero el gobierno ha optado por lo segundo, por dejar que campen las diferencias escolares derivada de las desigualdades sociales y separar a los alumnos tan pronto como creen que la sensibilidad social es capaz de tolerar, igual están dispuestos a separar por sexos o por credos.
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