Los días 26 y 27 de octubre pasado nos reunimos en Sevilla dos docenas de lo que suele llamarse activistas y expertos en cuestiones educativas. El resultado fue el manifiesto Por Otra Política Educativa (POPE), que se hizo público al día siguiente con las nuestras más otras tantas firmas iniciales. Aunque a día de hoy ya se acerca a las tres mil firmas, el problema de los actos de este tipo es, desde el día siguiente, su continuidad. Tres mil firmas son muchas para algo iniciado por poco más de una veintena de personas pero muy pocas para un problema que implica a casi tres cuartos de millón de trabajadores, millones de alumnos y decenas de millones de familiares. Por otro lado, el futuro de un documento declarativo como es un manifiesto depende mucho del contenido, y no me refiero al contenido en sí sino al tipo de contenido. Los más sencillos de manejar son los que dicen simplemente no a algo, pues permiten concitar a los que proponen otra cosa que lo que viene y a los que quieren quedarse como están, y cualesquiera que sean sus motivos. También son fáciles de manejar los que hacen unas pocas y claras propuestas ampliamente compartidas, lo que a veces se llama plataformas, pero lo difícil, muy difícil, es, claro está, llegar a esas propuestas.
Lo que se antoja más complicado es estar en el medio, que es lo que sucede cuando se sabe y se conviene en lo que no se quiere pero no así o no tanto en lo que se quiere. Lo lógico, entonces, es lanzar y articular una discusión pública, pero ¿cómo? El manifiesto POPE pretendía y pretende ir más allá del ¡No! a la deriva ofensiva contra/reformista de la política educativa actual. Con distinto grado de éxito esto se manifiesta en cada uno de sus veinte puntos, que, aunque nacidos de una reunión breve y apresurada, incorporan un esfuerzo perceptible de matizar valoraciones, combinar sensibilidades y dejar cuestiones abiertas. Por eso se acordó también en Sevilla profundizar en el contenido del manifiesto y en cada uno de sus puntos e incorporar a más gente a ese debate.
Un primer paso en ese sentido es ya el libro-folleto del mismo título (por su tamaño, un pequeño libro o enorme artículo-folleto) compendiado por J. Gimeno y C. Rodríguez y publicado por Morata, disponible en pdf y papel. El libro fundamenta y amplía el manifesto y proporciona un material más amplio para la discusión pública, aunque, como sucede con toda expresión teórica y política, cuanto más amplio sea su contenido más parcial o condicional será la asunción del mismo fuera del círculo que la vio nacer. Su presentación en distintas plazas y otras posibles iniciativas servirán, sin duda, para ampliar el debate y avanzar en el desarrollo de ideas. Sin embargo, cada uno de los puntos del manifiesto -y otras cuestiones que no se incluyeron o a las que sólo se aludió marginalmente- merece y necesita una discusión más detallada, con más tiempo y empeño para ese objeto particular y menos dependencia del conjunto. Para eso suelen servir, en las estructuras organizativas estables o las comunidades de proximidad, los grupos de trabajo, pero ¿cómo hacerlo desde una red tan dispersa espacial, ocupacional e incluso ideológicamente como la de los firmantes -los pasados, los presentes y los futuros?
Una posibilidad, o una amplia gama de posibilidades, está en las redes virtuales, que nos liberan de las ataduras de espacio y tiempo y reducen los demás costes marginales (otros que el esfuerzo mismo de pensar y hablar) a poco más que cero. Hay muchas opciones, pero una resulta particularmente adecuada: Innova. La red Innova, como la mayoría en ese mundo de activistas y expertos conocen, nació con el objetivo de servir de herramienta de colaboración a la miríada de grupos, organizaciones y redes menores dedicadas a la mejora y la innovación educativas. Una red de redes que permitiera un diálogo más fácil y fluido entre ellas. Naturalmente, no se trata de relacionarse para enredarse, sino cooperar para algo, aunque ese algo no esté predeterminado de antemano. Innova, que realizó tres exitosos congresos y mantuvo un discreto funcionamiento como portal en su primera plataforma, se está mudando recientemente a otra nueva y más potente y abierta, ahora en el dominio https://www.google.com/a/red-innova.net, en Google Apps for Education.
Cabría decir que tenemos un problema en busca de solución (el desarrollo de POPE) y una solución en busca de un problema (el aprovechamiento de Innova). POPE usa y usará otros espacios, como las presentaciones presenciales –valga la redundancia- y otras al margen de Innova, e Innova ha acogido y acogerá numerosas otras iniciativas que la de POPE, pero las sinergias posibles entre ambos son obvias. Anteayer tuvo lugar el primero de lo que se prevé una serie de videodebates en torno a los puntos del manifiesto y otros. En esta ocasión se trató de un debate sobre la Escuela pública (o sobre la educación pública) en el que participamos Julio Rogero (Escuela Abierta), Víctor Roddríguez (FUHEM) y yo mismo.
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