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10 feb 2012
La OCDE, contra la política educativa del gobierno actual
La organización intergubernamental acaba de hacer público un informe, Equity and Quality in Education: Supporting Disadvantaged Students and Schools, en el que llama a evitar las políticas que, en el nivel del sistema educativo (es decir, de su ordenación), conducen al fracaso de escuelas y alumnos. Comprende cinco recomendaciones que vale la pena mencionar, pues, una por una, son exactamente lo contrario de lo que el PP desde hace tiempo, y sobre todo el nuevo ministro desde las últimas elecciones, tienen en su agenda. Ahí van.
1. Eliminar la repetición de curso. Aunque esta cuestión no fue mencionada en la comparecencia de Wert, justamente el hecho de no mencionarla, en un país en el que cuatro de cada diez alumnos ya no están en la edad idónea, o en el curso idóneo, a los 15 años (han entrado tarde o, lo más probable, han repetido alguna vez curso), y a fortiori al terminar la ESO, es lo mismo que decir: “Me gusta”. Por lo demás, la leyenda urbana de que aquí se pasa curso con cuatro suspensos (o con tres, o con cinco, da igual), tan extendida entre lo más decimonónico del profesorado, la derecha política y la caverna mediática, equivale a decir: “No sólo nos parece bien que se repita, sino que se debería repetir más.”
2. Evitar los itinerarios prematuros y posponer la selección hasta la secundaria superior. En el momento en que el plan del gobierno consiste en reducir la secundaria inferior (la ESO) de cuatro años a tres, y sin duda reforzar los itinerarios en el último de éstos (que ya lo habían sido por el gobierno anterior, renunciando a otras medidas de mayor riesgo político frente al fracaso y en un vano intento de lograr el consenso con la derecha), la OCDE recomienda sin ambages renunciar a los itinerarios y, si los hubiera, eliminar al menos los de bajo nivel.
3. Gestionar la elección de centro evitando la segregación y las desigualdades crecientes. En otras palabras, la organización avala la elección de centro, pero con la condición de que no desemboque en una segregación social ni por capacidades ni amplíe desigualdades. Para evitarlo propone planes de elección limitada, una distribución más equilibrada de los alumnos con necesidades especiales y e incentivos para que las mejores escuelas acepten a éstos, así como mejorar la información para las familias en desventaja. En definitiva, elección pero controlada, de ninguna manera barra libre.
4. Hacer que las estrategias de financiación respondan a las necesidades de los alumnos y las escuelas. Tras este epígrafe algo enigmático lo que se halla es la propuesta de que se garantice el acceso a una educación y un cuidado de calidad en la primera infancia: cuidado y educación, no sólo lo primero, como dio a entender el ministro al afirmar, sin matices ni equívocos, que la educación de cero a tres años no era educación. Y una fórmula de financiación ponderada que parta de que los costes escolares de los estudiantes en desventaja pueden ser superiores, algo a recordar en un momento en que los recortes están dañando especialmente a los programas compensatorios.
5. Diseñar en la educación secundaria superior vías de igual valor para asegurar la titulación. Lo contrario, por tanto, de lo que parece querer el gobierno, que, más allá de las proclamas sobre “recuperar” (¿?) el prestigio de la formación profesional, que ningún gobierno ha dejado de lanzar a lo largo de toda la democracia, amplía el bachillerato pero anticipa la formación profesional; el gobierno de un partido que, en el ámbito regional, experimenta con el bachillerato de excelencia, es decir, con subdividir más la secundaria superior distinguiendo bachilleratos de desigual valor, i.e. de primera y de segunda, de excelencia y de aluvión.
Blanco y en botella, por consiguiente. Cada una de las cinco recomendaciones de la OCDE sobre la ordenación del sistema educativo apunta en dirección contraria a la elegida por el gobierno para su reforma educativa. Que suceda esto justamente con la organización económica del club de los países ricos, poco proclive al izquierdismo, sólo es una indicación del calado derechista y reaccionario de la agenda del partido popular en este ámbito.
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