He firmado hace un ratito la petición de un referéndum para aprobar (o no) la reforma de la Constitución con la introducción de un tope al déficit, como propone Zapatero y suscriben Rajoy y el resto (excepto Llamazares-Lara, pero ése es un reflejo que se puede dar por descontado).
No digo que no a poner un tope consitucional al déficit. No me gusta la idea, porque soy bastante más keynesiano que friedmaniano, pero tampoco creo que sea un pecado mortal ni contra la democracia ni contra el Estado social. El tope al déficit no es automáticamente un techo al gasto, sino la obligación de ingresar más si se quiere gastar más, lo cual supone decir quién paga cada vez que se gasta, en vez de decidir gastar y luego ya veremos quién paga, o quién deja de cobrar, que muchas veces será el más débil. No significa que se vayan a recortar los gastos en sanidad o educación, ni cualesquiera otros gastos sociales, aunque mucha gente así lo crea (gato escaldado huye del agua fría), sino que para aumentar cualquier gasto hay que decir de dónde vendrán los ingresos.
En eso sí que soy 'neolib': me gusta, y mucho, el viejo análisis de Buchanan y Tullock, Creo, incluso, que una temporada con tope de déficit resultaría muy educativa, pues terminaría con la vieja e irresponsable práctica de pedir sin decir de dónde sacar lo que se pide. Por si alguien no lo había notado, así es como se reparten aquí los recursos. Cada cual clama sus presuntas necesidades, no importa que sean los bancos pidiendo ser salvados de su propio desastre o los profesores pidiendo jubilarse antes que los mortales, pues ninguno se preocupa de explicar de dónde saldrá el dinero, ni cuánto quedará para los demás.
Pero creo que una reforma así, la primera desde la aprobación de la Constitución y exigida por 'los mercados' y por los grandullones de la UE, requiere el consentimiento expreso del electorado. Como ya han señalado otros, resulta hiriente que no se haya podido tocar la constitución para dar clara visibilidad a la igualdad de género (aboliendo la preferencia masculina en la sucesión a la corona), ni para proclamar el carácter federal del Estado español (aunque que de hecho ya lo sea), ni para reformar la ley electoral... y ahora se quiera hacer, aprisa y corriendo y por la puerta de atrás, para satisfacr a las oscuras fuerzas económicas o a las potencias de la UE
El debate previo al referéndum también sería, por cierto, una magnífica ocasión para propiciar el debate público sobre las grandes cuestiones económicas, forzando a las fuerzas dentro del sistema a afinar y explicar sus posiciones y a las fuerzas fuera de él a explicitar y desarrollar sus alternativas.
A día de hoy (lo que no quire decir que no se pudiera cambiar al cabo de unos pocos años y al paso de una profundización de la integración política y la democracia en la UE) tal vez la mejor solución fuera aprobarlo, pero en todo caso por la vía del referendo. Los de mi generación notarán en todo esto un cierto sabor de dejà vu, pues fue exactamente el proceso por el que entramos en la OTAN, tan justamente denostada entonces pero que tan útil le ha resultado estos meses al pueblo libio.
Por consiguiente: ¿Tope de déficit en la Constitución?
DE ENTRADA, NO: REFERÉNDUM.
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