Diría que Alfredo ha estado muy bien en el terreno común y en el del adversario y no tanto en el propio, y con buen tono. Me explico. Terreno de todos es la relación entre política y economía y la organización de la democracia. Era necesario reivindicar la política frente a los mercados (la política en el puesto de mando, que decía Mao: brindo esta cita a PJ y a Intereconomía) y lo ha hecho, y la invocación del modelo electoral alemán (más proporcional y menos partitocrático) va bien orientada y es audaz. Terreno del adversario es la economía, donde sabemos que se presume más versada y creíble a la derecha, por lo que es un acierto sacar la discusión de disyuntivas trilladas (beneficios o salarios, público o privado...) y vincular el saneamiento de la banca al deber de apoyar la generación empleo, los salarios a los beneficios en la empresa, la crisis del empleo por la construcción a la apuesta por la nueva economía y los emprendedores... no es mucho aún, pero sí un buen comienzo. Sobre todo, creo que tiene la virtud de abrir, en el escenario electoral, un debate económico real, no doctrinario.
Más flojo me parece, sin embargo, lo que ha dicho sobre sanidad y educación. Reforzar la sanidad, bien, pero la discusión sobre modelos de gestión y de oferta no se reduce a una disyuntiva entre lo que tenemos y seguros privados a la norteamericana, de modo que aquí creo que ha dicho poco menos que nada. La idea de un MIR para los 200.000 profesores que llegan también está bien, pero ¿qué hacemos con los 500.000 que siguen? Lo demás, intervención temprana sobre el fracaso escolar, no llamarlo así, etc. son viejos temas que no dicen mucho de momento. Si que le agradecerán los profesores la promesa de no cambiar las leyes (orgánicas, supongo que quiere decir). Aquí más bien parece que hubiera querido tranquilizar a los profesionales del sector público, con mucho peso e influencia. Hay que resaltar, en fin, el tono: sosiego hacia el PP e indicaciones de que se ha escuchado y oído al 15M, pero también voluntad de retomar la iniciativa política, un estilo más argumental y menos emocional y el principio de no prometer lo que no se podrá cumplir.
Todo el debate en Eskup, El País:
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