Aunque me tientan, voy a dejar de lado, al menos por hoy, las lamentables denuncias del hecho que circulan por la red y la patética carta para la que se piden firmas en apoyo a la profesora, llenas de errores, ignorantes del derecho, infantiles en sus razonamientos y parciales tendenciosas hasta la náusea. La pregunta es sencilla: ¿tenía la profesora derecho a hacer eso? ¿Es parte de su libertad de expresión o algo por el estilo? Muchos catilinarios de la escuela pública dirán sin duda que sí, porque no necesitan siquiera preguntárselo: su defensa es buena siempre, de cualquier manera y en todas las circunstancias. Pero hagamos la pregunta al revés: ¿tiene derecho un partidario de la escuela privada a pasearse por las aulas públicas, pongamos por caso, con una camiseta que rece: “Libertad de elección de centro para todos”? ¿Y con una que diga: “El aborto es un crimen”, o: “La unión homosexual no es un matrimonio”? ¿No es parte de su libertad de expresión? ¿Qué tal si lo hicieran el profesor de Religión o, por qué no, la de Literatura?
Planteémoslo de otro modo: ¿no queríamos una escuela laica? Una escuela laica es aquella que evita cualquier forma de adoctrinamiento, sea religioso o político. Una escuela laica explica, llegado el caso, el artículo 27 de la Constitución, las distintas formas de escolaridad a que da cabida, sus posibles desarrollos e interpretaciones divergentes, el origen de su ambigüedad..., pero prohibe la propaganda confesional o partidista al respecto. Y el profesor de una escuela laica, que fuera de ella tiene derecho a proclamar en su camiseta lo mismo la defensa de la escuela pública o privada que del culto a Satán o a Elvis resucitado, cuando entra en la escuela, simplemente, se la quita y se pone otra.
La orientadora que se presentó en una escuela concertada con la camiseta de marras, aunque lo hiciera movida por las mejores intenciones y la mayor ingenuidad, y con la inspiración del 15M y el aliento de la asamblea vallecana todavía en la nuca, metió la pata hasta el corvejón. Rompió el principio de neutralidad política del funcionariado. Violó la idea de laicidad de la escuela. Abusó de la posición de autoridad que le otorgaba ir en nombre de la Comunidad a realizar una prueba obligatoria en un centro concertado. Ofendió, sí, la sensibilidad de la comunidad del centro que visitaba. Tuvo un comportamiento infantil y de mal gusto. Podría haber pedido disculpas a los anfitriones que se manifestaron ofendidos, pero se empecinó en su ofensa. Desacreditó la idea de la escuela laica, al mostrar un doble rasero entre sus propias creencias y las de los demás. Yo creo que la Administración ha sido más bien benigna con el asunto. En todo caso, aquí me encontrarán a su lado.
Más o menos de acuerdo, ¿pero estos principios que usted defiende no hacen automáticamente ilegales las clases de Religión?
ResponderEliminarCreo que no estamos hablando de la valoración ética abstracta del hecho sino de si éste debe ser objeto de sanción.
ResponderEliminarLas descalificaciones del tipo "infantiles", "catilinarios" impiden el conveniente debate razonado sobre aspectos interesantes como son donde acaba el derecho a la libertad de expresión de un profesor-funcionario, o si el claustro de un centro tiene derecho a poner una pancarta reivindicativa en su centro de trabajo.
Las formas en los debates son tan importantes como los contenidos, más aún en estos tiempos donde parece que la razón justifica cualquier medio.
Además, existen precedentes de hechos similares que, finalmente, no fueron sancionados.
La comparación con lo de la escuela laica ni clarifica ni resulta útil.
Creo que la expresión de un lema en una camiseta no implica en ningún caso que los que lean esa máxima tengan la obligación de seguirla. Muchos llevamos en su momento un pin con el lema de nucleares, no gracias, o no a la guerra (de Irak); otros llevan crucifijos y otros símbolos en su cuerpo o ropas. La sagrada y reverenciada libertad de expresión está por encima de casi todo y si no estaba claro, la sentencia del tribunal supremo sobre los libreros nazis de Barcelona deja pocas dudas.
ResponderEliminarCasi siempre estoy de acuerdo contigo pero hoy no.
Con esta frase anterior debería bastar: " La sagrada y reverenciada libertad de expresión está por encima de casi todo".
ResponderEliminarY no veo raro que a una escuela pública acuda alguien de la privada con una camiseta con cualquier eslogan.
¿Privada? , querrá decir “concertada” , es decir , dependiente de fondos públicos y las obligaciones que ello conlleva también en cuanto a derechos y deberes.
ResponderEliminarVeig falta de vocació en una actitud com aquesta. Crec que la figura del mestre/professor ha de ser evitar posicionar-se, i adoctrinar en aquests temes. La nostra actitud, encara que difícil, hauria de ser de neutralitat en transmetre la informació. I en tot cas incidir en els valors: igualtat, tolerància, justícia... per afavorir que els nostres alumnes elaborin els seus propis criteris. I no oblidar, en tot cas allò que deia Einstein, que el principi de l'educació és predicar amb l'exemple.
ResponderEliminarSimplemente VOMITIVO
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHay que tener en cuenta que a los orienatdores les obligan a aplicar
ResponderEliminarunas pruebas CDI que sólo sirven para marginar y para hacer
clasificaciones de los centros (Cosa 1que es es ilegal según el artículo 144.3 de la LOE).
He aquí el origen de todo: las pruebas CDI que son una de las piquetas que están utilizando los "neoliberales", para destruir el
sistema educativo como medio de justicia social y promoción cultural.
La compañera sancionada es una valiente. Es muy duro que te obliguen a ser una herramienta de destrucción de los que más amas, y no protestar de alguna forma.
Por cierto, me gustaría leer su opinión de catedrádico prestigioso sobre las pruebas CDI y demás estrategias para consolidar las clases sociales con títulos académicos.
Es más cuestión de educación que de sanción. Se equivocó llevando la camiseta. Cada batalla tiene un sitio y cada guerra su uniforme. Llevando la camiseta se equivoco de sitio y de uniforme para defender un ideal -que comparto- pero por llevar uniforme equivocado no hay que pedir disculpas (yo no pido disculpas a nadie por estar en contra de lo nuclear pero tampoco se me ocurre visitar profesionalmente una central y ponerme la camiseta de los verdes). No deberían haberla sancionado. Dejemos de rasgarnos las vestiduras.
ResponderEliminar