Sobre Bildu. Sinceramente, no veo quién ni cómo va a hacer tal cosa, cerrarles el paso. La cuestión será más bien si sólo se van a dar alianzas entre nacionalistas, entre otras cosas porque nadie esté dispuesto a otras, o si se materializará, en distintos municipios, todo el abanico de posibilidades en función de las afinidades electivas sin que se desaten las respuestas demonizadoras. Hay que recordar que han sido elecciones municipales, que ni siquiera ha habido autonómicas enel PV, y, aunque Bildu sin duda querrá meter una carga nacionalista en los ayuntamientos, el resto de los partidos, en particular los no nacionalistas, deberían centrar su estrategia en deslindar la gestión municipal del conflicto identitario y nacional. Al Ministerio del Interior y al poder judicial les corresponde, por otra parte, vigilar estrictamente la legalidad de la actuación de los recién llegados. A sus potenciales aliados les toca no pasar la raya de la letra ni el espíritu de la ley. Un frente indiferenciado anti-Bildu, con o sin el nacionalismo moderado, solo contribuiría a engordarlos.
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Debo decir que me choca la pregunta misma sobre Bildu, salvo por su función mayéutica. Si se les ha exigido que entren en el juego democrático, así como que lo hicieran cumpliendo unos requisitos no sólo formales (eso ya lo hacían HB, EH y el largo rosario hasta Sortu) sino también sustantivos, y así lo han hecho (el TC dixit, y su dictamen, en esto, va a misa), ¿cómo impedirles que gobiernen? Las circunstancias podrán sugerir a cada partido entrar o no en alianza activa o pasiva con ellos en cada institución, pero hacer de la negativa una política general, condenándolos a no ser nada donde no tengan mayoría absoluta, sería casi como pedirles que volvieran a las armas o, como poco, a algún tipo de estrategia antisistema.
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