Siempre me ha llamado la atención esa idea de que hay que dejar que gobierne la lista más votada. En lógica y aritmética democráticas es absurda, puesto que la más votada puede ser también la más rechazada, tanto por el número de votantes como por su convicción. Con independencia de que el encargo de formar gobierno nacional o las rondas autonómicas y locales puedan empezar por ella, sea por eficacia o por deferencia, el resultado dependerá de los grados de afinidad entre todas y cada una de las fuerzas en presencia. La lista más votada, por tanto, puede ir a parar tranquilamente a la oposición, y los partidos deberían acostumbrarse a aceptarlo sin rechistar. Entenderlo es muy sencillo: ¿están obligados el PP de Rajoy y el FAC de Cascos a dejar gobernar al PSOE?... obviamente no, pues, por más que cultiven el narcisismo de las pequeñas diferencias, ayer eran un único partido y hoy se siguen pareciendo como un huevo a otro. Tampoco POE e IU tienen por qué ceder Extremadura al PP. El de la lista más votada no ha sido sino el argumento fácil de la derecha frente a una izquierda normalmente más fragmentada.
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Se comprende cierto afán revanchista de IU de Extremadura tras treinta años de mayoría absoluta socialista en los que se les pudo llegar a negar el pan y la sal, así como el placer de explotar sus quince minutos de popularidad, pero eso es todo. Sobre lo que debe reflexionar IU es sobre por qué, en un país que todavía se autodefine de izquierdas, los votos perdidos por el PSOE no se han pasado a ellos, y casi seguro que no ha sido por parecerse demasiado. Cierto grado de exigencia y hasta de farol para llegar a un gobierno de coalición o a un apoyo parlamentario puede entenderse, pero no hay que llevar demasiado lejos el juego de la gallina (a ver quién cede antes). Julio Anguita fue personalmente mimado por cierta prensa, pero hundió a IU con su estrategia de la pinza. En cuanto al proceso asambleario de decisión al respecto, en este caso no me convence, pues: a) IU es una organización centralizada, b) abre la puerta a que una y otra vez se ponga en cuestión la alianza, c) la dirección regiional no acude con una posición clara y d) es una mala imitación del 15M (esperemos, eso sí, que más operativa).
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