Acaba de publicarse el informe de la encuesta Desarrollo Profesional de los Docentes, según ellos mismos, realizada por la empresa IDEA para la FUHEM. La mayor parte de los resultados no tienen mucho interés porque entran de lleno dentro de lo previsible, pero hay algunos que llaman la atención.
Entre lo previsible está que consideren que la formación inicial es mala, que Magisterio mejorará cuando sea una carrera de cuatro años, que el nuevo máster de secundaria será mejor que el CAP, que los mentores son una buena idea y deben beneficiarse de una reducción en su horario lectivo pero su opinión no debe pesar en la evaluación del funcionario en prácticas; que la mejor formación permanente es lq que se da en los centros; que su sueldo es inadecuado y que la evaluación no debería influir en él. Y poco más, pues la encuesta es asombrosamente chata y rutinaria y deja de lado casi todo lo esencial de la carrera docente: motivos de su elección, grado de satisfacción, evolucón de la imagen de sí, dedicación laboral, tiempo en formación permanente, alternativas al funcionariado, movilidad funcional y geográfica, influencia de la edad, etc.
Un elemento a señalar es, en cambio, la visión sistemáticamente más positiva que tiene de todo el profesorado de la enseñanza privada frente al de la pública, practicamente en torno a cualquier asunto (salvo en cosas lógicas como la condición funcionarial -cuyas mieles no han probado-, el peso de la antigüedad en las oposiciones -o sea, los privilegios de los interinos- o la posiblidad de que la evaluación se traduzca en diferencias salariales -ellos sí tienen jefes, y cerca-).
Cuando se les pregunta por su sueldo, cada uno cree que el suyo es malo y el del otro es bueno. El porcentaje de quienes creen justa la diferencia entre los sueldos de secundaria y de primaria es doble entre los profesores de aquélla (76,3%) que entre los de ésta (40%)... lástima que no se les preguntara también sobre la diferencia entre universitaria y secundaria, a ver si también. La diferencia entre pública y privada parece justificada al 40,9% en la primera pero sólo al 4,3 en la segunda.
Finalmente, el 85,9% está de acuerdo en que la formación sea obligatoria para el docente, demanda que, atendiendo meramente a su contenido positivo, va más allá de las actuales políticas, que sólo hacen de ella una condición para los sexenios, etc. Y el 74,5% está de acuerdo en que la evaluación también lo sea, lo que contrasta con la resistencia sistemática de muchas de sus organizaciones.
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