“Mis raíces. Mensajería de Charo”. Así reza el cartel de un típico minúsculo locutorio situado en una céntrica callejuela madrileña. Dentro no hay jaulas con palomas mensajeras, ni siquiera telégrafos o teléfonos tradicionales, sino acceso a la internet, VoIP, videoconferencia, Messenger, recarga de tarjetas, etc., es decir, variados sistemas que permiten la comunicación rápida y barata. No lejos, un barcito no mucho mayor alterna Caracol TV recibida por televisión satélite con vídeos de RCN u otras cadenas colombianas sintonizadas por la internet. Y quien dice Colombia dice Ecuador, Perú, Marruecos, Rumanía o cualquier otro foco de inmigración en España.
Hoy, como ayer, el proyecto es regresar, pero los soportes digitales, la telefonía móvil, la televisión o internet ofrecen oportunidades antes impensadas de mantenerse en contacto con la cultura de origen y también, en consecuencia, y sobre todo a partir de cierta masa crítica, de recrearla aquí. El inmigrante ya no está desarraigado sino simplemente trasplantado. Por eso nuestras sociedades serán cada vez más, guste o no guste, multiculturales, y el problema de la escuela no es pergeñar una cultura común (esa surgirá en todo caso, pero con contenidos imprevisibles y en paralelo a las culturas específicas) sino hacer posible una ciudadanía compartida, que es algo bien distinto.
Excelente artículo.
ResponderEliminar"Cuaderno de campo" es un espacio de claridad en medio de tanta tilinguería cuasi-fascista que abunda entre el claustro.
Inmigrantes y educación es uno de los tmeas más críticos de la coyuntura actual de la escuela argentina. Autoridades y doscentes parecen percibir solo parte del problema hachando leña al fuego "le sacan el lugar a los alumnos argentinos",, o fomentando el "ghetto".
He escrito algunos post al respecto acá