10 jun 2007

El error Trabenco

El colegio público Trabenco, de Leganés, que durante treinta y cinco años ha sido un centro singular por su orientación autogestionaria, su comunitaria e innovadora, está en peligro tras largas tensiones con la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid. No me extraña que así sea, dadas las líneas contrapuestas de uno y otra, pero creo que la autoridad regional no ha calibrado las consecuencias de su opción. Y no lo digo por creer que vaya a despertar un gran movimiento solidario que haga temblar sus cimientos (para muchos docentes, Trabenco va demasiado lejos cuando convierte en realidad, aunque sólo sea una versión posible, lo que para ellos es mera retórica), sino porque es uno de los ejemplos más genuinos de valor y responsabilidad a la hora de la elaboración y puesta en práctica de un proyecto de centro, con independencia de lo que cada uno pueda pensar de su contenido.

Yo creo en los proyectos, porque pienso que el responsable de la educación es el centro (no el profesor a solas, ni el sistema) y que la diversidad y el cambio acelerado de nuestro entorno, como desafíos, y el desarrollo y difusión de la sociedad del conocimiento, como oportunidad, así lo posibilitan y lo exigen. Y la Consejería debería creer también, por eso mismo y por su retórica thatcheriana de la responsabilidad, la elección, etc. Pero creer en los proyectos requiere afrontar el riesgo de que no te gusten (el límite está en que sean aceptados por la comunidad escolar, familias incluidas), incluso que choquen con la política general. Habrá entonces que buscar un terreno de encuentro y de compromiso, y no tirar el niño con el agua sucia del baño. En el actual contexto de inexistencia de proyectos que merezcan tal nombre y de incuria intelectual y profesional de la mayoría de los que lo pretenden, que tan a menudo no pasan de plagiarse mutuamente o a la literatura gris oficial, la singularidad de Trabenco merecería más tolerancia y hasta un cierto mímo. Lo contrario puede que no sea un crimen, pero sin duda es un error.

3 comentarios:

  1. Anónimo21:10

    No comparto el respeto por todos los proyectos educativos por el hecho de serlo. No me gusta que se financien centros que segregan a los niños y a las niñas o a centros que tienen idearios marcadamente religiosos y que dejan de lado principios constitucionales que regulan los derechos y deberes de las personas. No, los proyectos no pueden ser sólo la voluntad de las familias, por muy respetuosa que sea, ya que la ley es para todos y hay que cumplirla. Si no nos gusta la ley, formemos una cooperativa privada y funcionemos como creamos oportuno.
    Por otra parte, un proyecto educativo es algo dinámico que se adapta a los tiempos que corren, es algo vivo y no un axioma inmutable que tiene las soluciones correctas a todas las preguntas: como lo dice el proyecto, las cosas son y se hacen así.

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  2. He leído esta note y me encuentro sorprendido. Escribo desde Buenos Aires, Argentina. No sabía que existían escuelas públicas en las que el Estado no designaba los docentes. Acá en Buanos Aires el ingreso y las suplencias se realiza mediante un sistem de pntages que está totalmente controlado por las mafias sindicales. El resultado: escuelas públicas nada públicas.
    Espero que Trabenco pueda seguir adelante.

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  3. Anónimo20:54

    Me parece vergonzoso, que las autoridades de la comunidad de Madrid esten tan interesadas en acabar con el colegio trabenco. que mal han echo, ¿ser democráticos ?,¿ creer en la educación ?; Si hubiese más centros como trabenco quizás no existiria eso que llaman "acoso escolar.", no utilizarian los padres los colegios como " garajes para sus hijos." y a lo mejor la juventud ganaria en valores.Pero claro señora Esperanza, se manipula mejor a los ignorantes.

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