Un reciente estudio de la Fundación Secretariado Gitano, Incorporación y trayectoria de niñas gitanas en la ESO (Madrid, CIDE/Instituto de la Mujer, 2007, http://www.mec.es/cide), muestra que las niñas y adolescentes gitanas, siempre que su familia no les impida estudiar (lo que sucede demasiado, pero cada vez menos), obtienen resultados espectacularmente mejores que los de sus compañeritos varones. No hace mucho, otro estudio del Colectivo Ioé (C. Pereda, M.A. de Prada y W. Actis), La escolarización de hijas de familias inmigrantes (Madrid, CIDE / Instituto de la Mujer, 2003, http://www.nodo50.org/ioe/), llegaba a la misma conclusión para las niñas y adolescentes marroquíes. Las mujeres españolas en su conjunto, por otra parte, sobrepasaron a los varoncitos ya, claramente, en la primera mitad de los ochenta; en el Reino Unido, sin embargo, esto no tuvo lugar hasta el año 2000 (lo recuerdo muy bien porque estaba allí y se produjo un bizarro debate sobre si debería procederse a la separación de los alumnos por sexos, ya que, al parecer, era la presencia de ellas lo que hacía disminuir el rendimiento de ellos –algo que, por cierto, antes habían sugerido algunas fumistas con un argumento parecido: que, juntos, ellos las vandalizaban y perjudicaban el rendimiento de ellas --espero que les sirviera de escarmiento y de advertencia).
Lo que llama la atención es lo siguiente: la ventaja que sacan las gitanas a los gitanos es netamente superior a la que sacan en general los españoles a las españolas y, a fortiori, las payas a los payos; creo que algo parecido podría decirse de las/los magrebíes frente a las/los autóctonos; la sociedad española, por descontado, no es ni más igualitaria ni más feminista que la británica sino todo lo contrario. ¿Entonces? La conclusión espontánea es que el patriarcado favorece el logro escolar de las mujeres, pero sin duda es más sensato pensar que el logro escolar es la mejor manera que éstas encuentran para escapar a aquél.
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