¡Leña al mono, que es de Bildu! Así van a ser los próximos meses o años. El imperio de la ley, la libertad y la democracia se basan en gran medida en la buena voluntad institucional de los actores individuales colectivos. No es posible prever todas las situaciones ni normativizar todas las opciones ni legiferar sobre todos los escenarios posibles. Se presume, simplemente, que los actores aceptan las reglas del juego y actuarán, normalmente, dentro de la ley y, donde ésta no llega, en línea con su espíritu. Pero Bildu va a hacer justo lo contrario, actuar con mala voluntad respecto a todo lo que querría cambiar, ignorando en todo lo que pueda su letra y su espíritu. Caben tres vías: a) dejarles hacer, b) acumular motivos para su ilegalización y c) cortar de manera implacable estos órdagos pero sin cuestionar el derecho a ser secesionista en democracia ni a tener un pasado turbio o intenciones aviesas. Ni ilegalizarlos ni mirar hacia otro lado, sino responder a cada pequeña o gran provocación haciendo valer la ley hasta donde llega y desarollándola donde haga falta.
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