Moralmente es brutal, propia de ese círculo, y políticamente el anuncio de un largo pulso en el que se bordearán y forzarán una y otra vez los límites de la ley. Salvo que ellos pretendan tener bajo control a ETA, cosa que no hacen, o el Estado quiera creer que lo hacen y que lo hacen para bien, cosa que tampoco, quien sabe y debe decidir si hay riesgo o no son los cuerpos de seguridad, no los beneficiarios de la inseguridad, hasta ayer actores o cómplices declarados de la misma. Si el Ministerio quiere y puede cambiar la ley, que lo haga y pronto. Si no, que responda en el marco de la que hay. Si a los escoltas no se les permite garantizar la seguridad personal dentro de un recinto consistorial, la policía debería garantizarla en el conjunto del mismo, es decir, controlar minuciosamente el acceso de cualquier persona a él y con prioridad sobre cualquier otra actividad en el mismo. Si no lo hace, y pronto, será una victoria intimidatoria del abertzalismo de ayer y un mensaje equivocado para la Bildu de hoy. Aun con prudencia, hay que actuar con contundencia, que éstos no son el 15M.
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