Respuesta las preguntas del diario La Región, en torno a los resultados del Barómetro de Opinión Hispano-Luso de 2011.
¿Cree posible incrementar la colaboración a nuevos niveles (Administración, Defensa, Educación, Sanidad…) entre España y Portugal?
Por supuesto, se puede colaborar más en cualquiera de esos campos y en bneficio de ambas partes. Mencionaré dos ámbitos que conozco mejor: la edcación e Iberoamérica. En materia de educación cabrían mecanismos más ágiles de reconocimiento de títulos, ayudas a la ovilidad en educación secundaria y superior, intercambio de profesores e investigadores, etc., así como un mayor impulso al aprendizaje de la otra lengua o una mayor incorporación de elementos de la cultura y la historia del otro. Ante Iberoamérica, España es segndo inversor extranjero en Brasil, pero quien habla su lengua es Portugal, por lo que ambos podrían bneficiarse de una cooperación más estrecha. El veto inicial del gobierno portugués a la adquisición de la participación de Portugal Telecom en la brasileña Vivo por parte de la española Telefónica es un ejemplo de lo que no debiera suceder.
¿Comparte las tesis que defienden una federación de estados entre España y Portugal?
Me encantaría que España pasara a ser un estado federal (y, sin prisa ninguna, una república federal), lo que prácticamente ya es, y que se integrara en el mismo Portugal. Aunque hubiera un periodo inicial de reequilibrio, creo que con ello ganaríamos todos. Pero, si le soy sincero, me preocupan hoy más las tendencias centrífugas cultivadas hoy por los nacionalismos catalán y vasco. En cualquier caso, para mí lo que tine importancia es la ciudadanía, no la identidad, y mientras que ésta se regodea en lo pequeño en aquélla el tamaño, realmente, importa.
¿Considera que existe en España una corriente favorable a una integración de ambos países?
Eso es lo que dicen inequívoca y repetidamente mente los datos del Barómetro. Por supuesto, si el asunto estuviera realmente en la agenda política el debate cambiaría de naturaleza, las consideraciones serían más numerosas y más complejas y algunos de los que se declaran favorables dejarían de serlo, pero otros, y yo creo que más, harían el trayecto opuesto, pasarían a serlo. Pero la corriente existe y crece: estamos muy cerca, nos parecemos bastante y tenemos ya cierto recorrido juntos. En el caso español, los datos valen la pena aunque sólo sea por el hecho de que muestran que el pensamiento no solamente puede desplazarse del lado de los particularismos y localismos, sino también moverse en dirección a la integración.
¿Qué supondría para ambos países?
Un mercado mayor y, por tanto, con mayor potencial de crecimiento; un espacio de ciudadanía más amplio y, por tanto, con más y mejores oportunidades; y una posición mejor como puente entre Europa e Iberoamérica o Europa y África septentrional. También, desde luego, un camino no exento de dificultades y desafíos.
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