Posts en Eskup, El País, 18-5-2011
Hace más de medio siglo, en The moral basis of a backward society, el antropólogo E.C. Banfield describió en una aldea siciliana la actitud que bautizó como familismo amoral, consistente en poner el bien del grupo, en el caso la familia, por encima del bien común, con el corolario de suponer que eso es lo normal y que todos lo hacen. Salvando las distancias, muchos españoles creen que la corrupción en política es lo normal, una plaga inevitable ante la que sólo cabe la descalificación general de ésta (que salpicaba, por cierto, las consignas del reciente movimiento del 15M) o la aceptación de aquélla (como al minimizar la recepción de unos trajes de regalo o la oscura financiación de los partidos). Sin embargo, izquierda y derecha se dividen en este punto, de manera que el gobierno González cayó por la corrupción mientras que el de Camps sale reforzado de ella. Además, el votante de derecha es militante, vota sin dudar a su partido aunque no le guste el candidato, sea por motivos morales o intelectuales; en la izquierda, en cambio, abunda el diletante que se abstiene por cualquiera de los dos motivos.
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