Numerosos comentarios a mis dos últimas
entradas vienen a criticar, de un modo u otro, un trato privilegiado a la
investigación frente a la docencia. Muestran su disconformidad con que no se
reconozca la excelencia docente o, por el contrario, con que se dé por sentada,
y reprochan explícita o implícitamente que se le dé menos importancia que a la
investigación. Creo que todas estas críticas apuntan a problemas o riesgos ciertos,
que no quedan resueltos o que pueden incluso agudizarse con el énfasis en la
investigación, pero, aun así, considero que éste está justificado por motivos
más importantes.
El primero es que el margen de variación
en el ámbito de la investigación es mucho más amplio que en el de la docencia
y, por ello mismo, tiene mayores consecuencias. Se puede tener más o menos
docencia (créditos u horas), desempeñarla con mayor o menor rigor (me refiero
al cumplimiento de horarios, tareas anexas, etc.) y con más o menos calidad (en
el contenido y en el procedimiento); por lo tanto, no todo el mundo hace lo
mismo y lo que se hace puede ser objeto de evaluación, incentivos y demás, lo
mismo que la investigación. Pero hay una diferencia. Para empezar, todo profesor
tiene que impartir docencia y la imparte. Los controles de asistencia, horario,
etc. seguramente no son lo estrictos que debieran en todas partes, pero las
universidades suelen contar con un servicio de inspección y, si el profesor
incumple sus obligaciones formales, los alumnos pueden recurrir a los órganos
colegiados de gobierno, en los que tienen representación, o a los
unipersonales. El profesor puede ser mejor o peor comunicador, puede preparar
con más o menos esmero sus clases y otras actividades, pero trata en todo caso
con estudiantes adultos, aunque jóvenes, que no van a aceptar cualquier cosa y,
además, con seguridad tiene él mismo cierto sentido del decoro o del ridículo
cuando se ve expuesto a la luz. Quienquiera que haya ejercido la dirección de
un departamento o de un centro sabe que los alumnos no están enteramente
indefensos y que hay líneas rojas que a un profesor no le está permitido
traspasar. Por consiguiente es imposible no hacer simplemente nada o hacerlo
infinitamente mal; por otro lado, ni con el máximo ni con el mejor trabajo
docente se podrá hacer que aprenda un estudiante que no tenga la capacidad y el
deseo de hacerlo. Por el contrario, en la investigación es posible una
variabilidad casi ilimitada, desde no hacer estrictamente nada (hay algunos
casos) o hacer muy poco y de muy escaso valor (hay muchos casos) hasta dedicar
la vida a eso (hay muchos casos) o ser un genio (hay muy, muy pocos
casos). En suma, la investigación está más polarizada que la docencia, y los
profesores se diferencian más en aquélla que en ésta.
Pero hay algo quizá más importante. Los
que critican el énfasis en la evaluación de la investigación suelen pensar que
se puede ser buen investigador pero mal docente, una hipótesis que se plantea a
menudo de manera explícita, y parecen pensar que se puede ser buen docente y
mal investigador, otra hipótesis que, aunque no suele proponerse con todas las
letras, late en buena parte de las críticas. ¿Se puede ser buen investigador y
mal docente? El argumento a favor se base en la idea de que, si se evalúa de
forma diferencial lo primero pero no lo segundo, los profesores, como seres
egoístas pero racionales, dedicarán su energía a la investigación y descuidarán
la docencia. Pero yo no lo creo así. Como poco, creo que los mismos fundamentos
morales que llevan al esfuerzo investigador son los que llevan al esfuerzo
docente. Pero, además, creo sin más que la casi absoluta discrecionalidad que
cabe en el caso de la investigación, y con exposición pública de los resultados
ante los pares, es un mecanismo de selección mejor y más fiable que el más
limitado margen del que se dispone en la docencia y en el espacio cerrado y
negociable del aula. En definitiva, quien no huye de la investigación no huye
de la docencia, y quien hace lo primero también hará lo segundo. No creo, pues,
en el óptimo-investigador-pero-pésimo-docente como tipo (casos, por supuesto
que habrá). En sentido inverso, tampoco creo en el
óptimo-docente-pero-pésimo-investigador.
Finalmente,
hay otro vínculo importante entre investigación y docencia. Ya sé que es
simplificar, pero espero que se admita, al menos como punto de partida, que
investigar es crear conocimiento nuevo y enseñar es transmitir conocimiento
preexistente. Ahora bien, la docencia en la universidad no es cualquier
docencia. Es la educación de aquellos que el día de mañana deberán, a su vez,
emplear el conocimiento de manera crítica (profesional) y creativa (innovadora,
científica, artística). Esto implica un tipo de relación con el conocimiento
que no es independiente de la que, a su vez, hayan tenido sus profesores. En
realidad es el supuesto inmemorial de la docencia universitaria: que tu
docencia no valdrá mucho si no lo vale antes tu investigación. No porque uno
enseñe lo mismo que investiga (algo que sólo es cierto, en parte, para el
tercer ciclo), sino porque, enseñe lo que enseñe, no lo hará de la misma manera
si no investiga. Quien no tiene una actitud efectivamente creativa
(investigadora) ante el conocimiento, no puede transmitirla.
Leídas tus entradas y observado el caso desde fuera del mundo universitario, y simplificando al extremo, pienso: el prof. universitario que hace su trabajo con ahínco, creatividad, esfuerzo y dedicación, investigará más y será mejor docente. Y viceversa. Es lógico, pero entonces los mejores docentes (los que más investigan) verán reducidas sus horas de docencia (en virtud de ese "equilibrio" de tareas) y los que menos investigan (los peores?) se dedicarán a dar más clases. Luego en ese aspecto será beneficioso para los profesores, que verán reequilibrado su tiempo laboral, pero no para los alumnos porque tendrán más horas de "peores" profesores y menos de los "investigadores"... Puede que sea "justo", pero ¿bueno?. Sí, se puede justificar que al dar más espacio y tiempo a los buenos investigadores la Universidad en su conjunto mejorará y esto acabará repercutiendo en los alumnos y etc. Puede ocurrir eso o que el ámbito de la docencia y el de la investigación se alejen en lugar de acercarse... Que no sé...
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