15 abr 2011

Marx, la igualdad, la gratuidad y la concertada

En 1875, Karl Marx envió a Bracke una notas sobre el borrador de programa que la socialdemocracia alemana se disponía a aprobar en el congreso de Gotha. Una pequeña parte de ellas versa sobre la educación, y las reproduzco y comento aquí como una curiosidad. Propongo el ejercicio, o el divertimento, de compararlas con lo que distintos sectores de la isquierda defienden hoy sobre la educación.
B. "El Partido Obrero Aleman exige, como base espiritual y moral del Estado:
1. Educación popular general e igual a cargo del Estado. Asistencia escolar obligatoria general. Instrucción gratuita".
¿Educación popular igual? ¿Que se entiende por esto? ¿Se cree que en la sociedad actual (que es de la única de que puede tratarse), la educación puede ser igual para todas las clases? ¿O lo que se exige es que también las clases altas sean obligadas por la fuerza a conformarse con la modesta educación que da la escuela pública, la única compatible con la situación económica, no sólo del obrero asalariado, sino también del campesino?
Entiendo que Marx critica la que cree ingenuidad de la socialdemocracia, al pensar que puede lograr la igualdad educativa en el capitalismo. En la segunda parte está menos claro si descarta la idea siquiera de pretender que las clases altas se conformen con la escuela pública -lo más verosímil- o si piensa que sería que sería posible imponérselo. La URSS y las democracias populares hicieron lo segundo e incluso más: en varios países y periodos excluyeron a los hijos de las antiguas clases altas de los niveles superiores del sistema escolar. Lo primero es lo que, en cierto modo, quieren quienes cuidan celosamente de que en las escuelas públicas y concertadas no haya ni una sola actividad adicional o complementaria de pago, porque sería discriminatoria.
"Asistencia escolar obligatoria para todos. Instrucción gratuita". La primera existe ya, incluso en Alemania; la segunda, en Suiza y en los Estados Unidos, en lo que a las escuelas públicas se refiere. El que en algunos estados de este último país sean "gratuitos" también centros de instrucción superior, sólo significa, en realidad, que allí a las clases altas se les pagan sus gastos de educación a costa del fondo de los impuestos generales. Y -- dicho sea incidentalmente -- esto puede aplicarse también a la "administracion de justicia con carácter gratuito" de que se habla en el punto A, 5 del programa. La justicia en lo criminal es gratuita en todas partes; la justicia civil gira casi exclusivamente en torno a los pleitos sobre la propiedad y afecta, por tanto, casi unicamente a las clases poseedoras. ¿Se pretende que éstas ventilen sus pleitos a costa del Tesoro público?
Dejemos de lado la cuestión de la justicia, interesante sin embargo porque extiende y afianza el mismo razonamiento. Marx es diáfano: la gratuidad de un nivel de enseñanza que sólo cursan algunos, concretamente el superior, supone que todos pagan la enseñanza de una minoría. Quienes reclaman a la vez el legado marxiano, o casi, y la gratuidad, o casi, de las matrículas universitarias deberían pensarlo un poco más. En época de Marx se podía encontrar lo que hoy: escuelas privadas y universidades públicas para los ricos; escuelas públicas y escasas probabilidades de acceso a la universidad para los pobres. Está cambiando y se peude matizar, es cierto, pero en lo esencial es así: poco más que así en los países pobres y algo así en los ricos.
El párrafo sobre las escuelas deberia exigir, por lo menos, escuelas técnicas (teóricas y prácticas), combinadas con las escuelas públicas.
Es decir: formación profesional. El ideal marxista no era la integración de la clase obrera en la escuela burguesa, es decir, en la enseñanza académica, sinio un aprendizaje distinto, dirigido al trabajo y, en parte, a través del trabajo (en Alemania, por cierto, parcialmente realizado en el sistema dual, dualer Ausbildung o Duale Berufsausbildungssystem, combinación de estudio escolar y aprendizaje en el taller).
Eso de "educación popular a cargo del Estado" es absolutamente inadmisible. ¡Una cosa es determinar, por medio de una ley general, los recursos de las escuelas públicas, las condiciones de capacidad del personal docente, las materias de enseñanza, etc., y, como se hace en los Estados Unidos, velar por el cumplimiento de estas prescripciones legales mediante inspectores del Estado, y otra cosa completamente distinta es nombrar al Estado educador del pueblo! Lo que hay que hacer es más bien substraer la escuela a toda influencia por parte del gobierno y de la Iglesia. Sobre todo en el imperio prusiano-alemán (y no vale salirse con el torpe subterfugio de que se habla de un "Estado futuro"; ya hemos visto lo que es éste), donde es, por el contrario, el Estado el que necesita recibir del pueblo una educación muy severa.
 Pero, si el Estado financia y regula, pero no educa ¿quién lo hace? Una posibilidad es dar plena autonomía a los maestros y profesores, pero cualquiera que conozca la obra de Marx sabe que sentía muy escaso aprecio por unos y otros (de hecho, utilizaba los términos casi como un insulto). La otra es que sean entidades privadas las que se ocupen de ello. Marx, por supuesto, habría excluido a las iglesias (lo dice claramente) y probablemente a las empresas. Quedan, entonces, las asociaciones, es decir, la sociedad civil. De hecho, en la época había un amplio movimiento de autoinstrucción obrera por doquier, muestra del cual fueron en España las escuelas racionalistas y, de otro modo, los ateneos populares, las casas del pueblo, etc. ¿Deberían los sindicatos, los movimientos de renovación, los grupos de innovación, cooperativas de maestros y/o profesores, etc. promover escuelas? ¿Serían escuelas concertadas? La alusión complaciente a los Estados Unidos indicaría una tercera vía: el gobierno directo local a través de los consejos escolares (que son más amplios y representativos y con más competencias que los españoles, abiertos a la comunidad y en ningún  caso con mayoría de profesores). Pregúntenle a Marx.

3 comentarios:

  1. Quedan, entonces, las asociaciones, es decir, la sociedad civil. De hecho, en la época había un amplio movimiento de autoinstrucción obrera por doquier, muestra del cual fueron en España las escuelas racionalistas y, de otro modo, los ateneos populares, las casas del pueblo, etc
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  2. El estado vela o debe velar por todos. Las asociaciones velan por sus intereses y los de los suyos. Lo verdaderamente importante es que todos puedan soportar el coste de una educación buena de sus hijos dotándoles de una buena posición económica. Economía y educación, en las familias y en estado, tienen que estar relacionadas, no solo en la estructura sino, también, en familias e individuos.

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