19 feb 2013

El mito de las siete leyes educativas



Oigo y leo una y otra vez que en treinta años hemos tenido siete leyes educativas, lo cual demostraría la absoluta irresponsabilidad de los políticos y justificaría el hartazgo de los profesionales. Ya se sabe que es el número perfecto según la Biblia, además del de los días de la semana, la notas, los sacramentos, los mares, los enanitos, los samuráis, las partidas, los dones, las maravillas, los magníficos, las novias y los hermanos… y así hasta mil (o siete mil).
¿Qué siete leyes son esas? LGE, LOECE, LODE, LOPEGCE, LOGSE, LOCE, LOE… y ahora la octava, LOMCE. Para empezar, de la primera, de 1970, a la última, previsiblemente en 2013 o 2014, habrían pasado 43-44 años, no treinta. Después, hay que distinguir entre las leyes que afectaron a la ordenación del sistema (etapas, transiciones, especializaciones, evaluación, títulos…), que es lo que se supone que genera incertidumbre a los alumnos y sus familias, como beneficiarios del sistema, y a los educadores como profesionales, de las que sólo se refieren a aspectos de gestión. Este último es el caso de la LOECE, la LODE y la LOPEGCE, o sea, tres de las siete que llegaron a ser aprobadas. De todas ellas, además, dos prácticamente no llegaron a aplicarse, concretamente la LOECE y la LOCE.
Esto quiere decir que, en realidad, hemos conocido dos ordenaciones: la de la LGE, de 1970 a 1990, y la de la LOGSE-LOE de 1990 a hoy, pues la LOCE fue un intento fallido. Por otra parte, hemos conocido dos sistemas de gestión, o dos y algo: el de la LGE, de nuevo, con una breve modificación por la LOECE, y el de la LODE, ligeramente modificado primero por la LOPEGCE y después por la LOE. La LOMCE pretende reestructurar ambos aspectos del sistema.
Es cierto que son demasiadas, en todo caso, pero habiendo sido testigos del fallido intento de pacto de Estado hace dos años ya sabemos que no sólo no lo querían la mayor parte de los partidos (no, desde luego, los conservadores ni los nacionalistas), sino que tampoco pusieron ningún empeño en ello ni las organizaciones de profesores (cuya única obsesión parecía ser prolongar la jubilación anticipada y postergar el estatuto docente) ni las de padres (siempre más atentas a alinearse con sus profesores que a llegar a acuerdos entre sí).
Otros países sí saben llegar a acuerdos duraderos. En los EEUU, por ejemplo, la ley No Child Left Behind, cualquiera que sea el juicio que merezca, fue escrita a cuatro manos por republicanos y demócratas al comienzo del mandato de Bush, aunque luego unos y otros han puesto énfasis en aspectos distintos. Un país con cierta tradición de bipartisan politics, aunque los últimos dos decenios han sido de una polarización creciente. En el Reino Unido yo diría que hubo una suerte de pacto diacrónico consistente en que el gobierno Blair, en contra de lo que muchos le pedían, no echó abajo toda la normativa de la época Thatcher sino sólo parte. Creo que esto último es lo que terminará sucediendo aquí

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