8 abr 2011

¿Tienen sentido unos grupos de excelencia en bachillerato?

La CAM ha hecho pública la iniciativa de crear uno o más grupos "de excelencia" para el bachillerato, es decir, unos grupos y/o centros donde estudiarían un bachillerato más amplio o intensivo, aunque conducente a la misma titulación, los mejores alumnos de la Comunidad (siempre que lo soliciten y que sean seleccionados).
La cuestión, para mí, es qué quiere la CAM con ello, si crear un contexto excepcional para alumnos excepcionales o dar un primer paso en la jerarquización del  bachillerato. Por un lado es cierto que, como sabemos, España, según PISA, anda escasa de alumnos excelentes, lo que sin duda se debe a que no somos capaces de prestarles una atención específica. Esta podría tener lugar teóricamente en cada aula, dondequiera que haya un alumno de altas capacidades, con sobredotación. intelectual, etc., o en grupos o centros especiales.
Lo primero se viene ensayando, que yo recuerde, desde los noventa, cuando ya se incluía entre los alumnos con necesidades educativas especiales a los sobre o superdotados intelectualemente, para los cuales cabía adaptar o flexibilizar el currículo, es decir, plantearles aprendizajes más ambiciosos o permitirles un paso acelerado por el sistema saltando. No funcionó: se utilizó escasamente, más la flexibilización que las adaptaciones, de manera bastante chapucera (conocí de cerca algún caso), se siguió aburriendo a muchos alumnos altamente capacitados en las clases ordinarias y, como ya se sabe, escasean los alumnos "excelentes". O sea, la vía falló.
Lo segundo, lo que ahora propone la CAM, es, digamos, diversificar en grupo. A priori podemos pensar que sería más fácil, puesto que centros y profesores tendrían simplemente que plantear programas más ambiciosos para grupos distintos del resto pero internamente homogéneos, que es lo que la escuela sabe hacer. Por lo demás, resulta difícil imaginar por qué sí podemos escolarizar aparte, con un trato enfocado al entrenamiento intensivo de sus capacidades diferenciales, a alumnos que destacan por sus habilidades atléticas o artísticas pero no a los que destacan por sus habilidades académicas o intelectuales. Pero la fórmula debería ser excepcional, no el prinicipio de una estrtificación generalizada del alumnado según su capacidad intelectual o su logro académico. Podemos dar un trato excepcional a alumnos excepcionales siempre y cuando el conjunto de los centros sigan agrupando a todo tipo de alumnos, pues dejar de hacerlo destruiría el papel de la como escuela lugar de aprendizaje de la convivencia y la cohesión social.
Después de todo, estamos hablando de unas enseñanzas post-obligatorias (secundaria superior) y ya diversificadas (diversas especialidades de bachillerato y diversas especialidades de formación profesional). No hay por qué aplicar al bachillerato los mismos criterios que a la educación primaria o a la ESO, porque ni es ya enseñanza obligatoria ni es ya común. En el fondo, lo que la CAM propone para algún(os) grupo(s) o centro(s) de bachillerato es lo que todas las universidades (y yo trabajo en una) proponen para sí mismas: convertirlos en centros de excelencia.
Por otro lado, sin embargo, esto no debería convertirse en un intento de demostración de la idoneidad de los itinerarios como alternativa a la enseñanza común ni en el principio de una mayor segmentación y fragmentación de la secundaria superior, ni dentro de la rama académica (el bachillerato) ni con la profesional (los ciclos formativos). Por lo que concierne al conjunto, la política a seguir debe ser más bien la contraria: facilitar el paso de unos estudios a otros y de ambos a la enseñanza superior, en particular el paso al bachillerato desde los ciclos formativos de grado medio; el paso de los de grado medio a los de grado superior; el retorno desde la experiencia de trabajo a los ciclos de grado medio; y el paso de los ciclos de grado superior a los estudios superiores terciarios, sean o no universitarios.

Mi amigo Jaime Rivière no está de acuerdo: Una visión equivocada
Un buen artículo de información en El País: La excelencia ya es urgente

4 comentarios:

  1. Como decía Álvaro Marchesi: ¡¡Qué será de nosotros los malos alumnos!!

    Lo que está pasando en Madrid creo que es completamente destructivo para el sistema educativo.
    Lanzar el mensaje de que los "excelentes" no son las personas, sino los centros donde estudian (o las clases sociales a las que pertenecen) es muy peligroso.

    Este punto de vista estigmatiza (efecto Pygmalion), crea mucha infelicidad, fomenta las trampas y pone en una situación muy difícil a los que parten en la carrera de la selección académica en posiciones débiles.

    Para los profesores con vocación y los centros con sentido social es una desgracia que las administraciones manden el mensaje de que lo que hay que hacer para ser valorado es quedarse con los "buenos" alumnos y echar como sea a los "malos" (entendiendo como buenos o malos según rendimiento en los exámenes).

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  2. Desde luego nada es blanco o negro, los tonos de gris existen. El bachillerato es enseñanza no obligatoria, es verdad. Pero la impresión que produce la propuesta es clara: centros de excelencia, valoración especial de alumnos y profesores (cobrarán más por enseñar a los que aprenden incluso a pesar de ellos) y sólo importa lo académico.
    Desde luego tenemos que replantearnos la escuela, sea el nivel que sea y dar respuestas adecuadas a todos. Se puede hacer.

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  3. Anónimo10:56

    Los malos alumnos srán, obviamente pedagogos.E inventarán la LOGSE.

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  4. He entrado en contradicción entre la posición de Enguita y la de RIVIÈRE.

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