17 abr 2010

Fundamentalismo burocrático

Anteponer los medios a los fines es algo que Robert K. Merton definió en su día como ritualismo burocrático. Con algo más de prosa, una preocupación exacerbada por las normas procedimentales, que inicialmente concebidas y creadas como medios para la consecución de unos fines, terminan convirtiéndose en fines en si mismas y reemplazando a los fines originales y genuinos de la organización. Esto es lo que tiene que haber sucedido para que el director de un instituto haya llegado a expulsar del aula a una alumna musulmana de 16 años por llevar un velo en la cabeza.

No se piense que el director es un fundamentalista religioso. Todo lo contrario: se trata de un probo funcionario que ha aplicado el reglamento del centro, que prohibe llevar cubierta la cabeza en clase. Lo interesante del asunto es que al propio Director le parece desproporcionado, pero la norma es la norma, es decir, el único motivo, y eso es precisamente lo más preocupante: que la afrenta a los derechos (a la educación y a la libertad de culto) de Nawja Malha, la joven ciudadana española que a sus 16 años ha decidido levar el velo que una versión moderadamente tradicional de su religión le exige, no viene del fundamentalismo religioso sino del fundamentalismo burocrático.

La prohibición previa de llevar la cabeza cubierta es discutible pero plenamente comprensible, y probablemente razonable en ciertas circuntancias, pero aquí, como en tantos otros ámbitos, las soluciones de ayer son los problemas de hoy. En nuestro entorno, descubrirse la cabeza al entrar en un lugar techado, tanto más en un hogar o en un lugar de trabajo, es una muestra de cortesía, al menos por parte de los varones. En los centros escolares y fuera de ellos muchos adolescentes, y en particular algunas bandas poco recomendables, consideran una seña de identidad y de afirmación cubrirse la cabeza, típicamente con una gorra de béisbol, también siempre varones. No son pocos, por ello, los centros que prohíben o en algún momento han prohibido formalmente llevar la cabeza cubierta en su interior, siempre pensando en los varones, pero cuando una medida tomada para combatir la débil falta de respeto al prójimo que supone no descubrirse se convierte en la fuerte falta de reconocimiento que consiste en negar a alguien algo que su religión le exige y que no daña a nadie, es que hemos perdido los papeles.

Y así debe de haber sido, porque al patinazo de un director de instituto no ha tardado en sumarse la consejera de Educación de la Comunidad de Madrid, Lucía Fígar, quien ha asegurado que "las alumnas no deben ir a clase con la cabeza tapada, pero respaldará lo que digan los reglamentos de cada colegio y cada instituto" (lo cual no impide, por cierto, que su gobierno intente  al mismo tiempo acosar y defenestrar con todo lo que se le pone a mano al rector de la Universidad Complutense, cuya autonomía es de rango histórico y constitucional). El mensaje no podía ser más desfortunado: no se reconoce su derecho a usar el velo en un espacio institucional, con lo cual se anima a que tampoco lo hagan los reglamentos internos de centro, aunque se aceptará en el caso de que o hagan (¿tal vez en unos cuantos centros-ghetto para inmigrantes?).

El director ha explicado que la medida excluyente no fue iniciativa suya, sino en respuesta a la solicitud de "un sector de la comunidad educativa". ¡Bonita comunidad! Esto no disminuye un ápice su responsabilidad, pero nos recuerda que no estamos simplemente ante una decisión anecdótica. Por la prensa sabemos que compañeros y compañeras de la afectada la han apoyado, le han prestado sus apuntes mientras no podía ir a clase, etc., pero también que otras (y seguro que también otros) consideran que sería discriminatorio cambiar el reglamento para permitirle a ella el velo si a las demas no les permiten ir con una pamela, etc.  Sabemos también que el Reglamento de Régimen Interno que ha servido de excusa a la medida fue aprobado en 2007, y resulta francamente difícil pensar que, a esa altura, a nadie se le ocurriera que tarde o temprano entraría en colisión con la norma islámica del velo femenino. Basta, en fin, con echar un vistazo a los comentarios de los lectores tras la noticia en diversos medios digitales par que se le pongan a uno los pelos de punta.

7 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo contigo, Mariano

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  2. Hay una norma “cero” (no normalizada) del dibujo industrial que establece que: si alguna norma del dibujo, en un caso concreto, dificulta la interpretación del dibujo: no se aplique, y añádase otra vista al plano.
    Este velo concreto ni pretende ser una provocación, ni debe considerarse una falta de respeto. Me aterra el totalitarismo irracional que nos va invadiendo.

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  3. Tineo09:05

    Alguna opinión sobre la prohibición en Turquía del uso del velo en las escuelas y universidades?
    Es que miran que son fundamentalistas allí!
    Será que en esa “frontera” tienen mas claro lo que hay detrás?
    Seguro que no, insistamos en nuestra prepotencia dialogante.
    Maestros ciruela.

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  4. Anónimo14:26

    El velo, hiyab o burka es perverso. Y no por su sentido religioso sino por su sentido machista. “Yo me reservo para mi marido” “el desvirgará mi pelo, es solo para él”. Es una manera zafia de “cosificar” a la mujer. El pelo es un reclamo sexual y hay que educar a las niñas en la represión de sus reclamos sexuales. No se trata de abominar del nudismo o del “topless”, hablamos de no poder disfrutar de minifalda ni de peinado. Se trata de que la educación física se haga con decoro, separando niños y niñas. Se trata de que mis pudorosas hijas tengan maestra y no maestro.
    Yo creo que hay que gestionar esta contaminación religioso machista con cuidado y respeto. En nuestro sistema educativo los que no deberían de hacer ostentación de símbolos religiosos son los docentes. La monjas sí que usan tocas y colegios concertados con el sistema público denigran a alumnos que tienen otras religiones o que no tienen ninguna. Una vez limpiada nuestra casa de la docencia vamos a trasmitir valores de igualdad sexual, laicistas y de respeto a otras confesiones y conciencias. Vamos a ser intransigentes con todo asomo de involución en nuestras conquistas sociales de derechos y libertades pero sin hacer colisionar los sentimientos de personas que aún no han entendido nuestra cultura con reglamentos mal interpretados.

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  5. Anónimo01:56

    absolutamente delirante:

    http://iesonoies.wordpress.com/2010/04/21/redargucion/

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  6. Aplausos fuertes. Se agradece un poco de lucidez. Hacen faltan opiniones así, porque nos están metiendo en una autopista a contramano.

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  7. Cualquier decisión a este respecto debe ser objeto de trabajo 'educativo', en donde el diálogo y la construcción de comunidad se conviertan en auténticos paraguas frente a actuaciones 'simplificadoras' y poco capacitadoras. En las escuelas debe tratarse de 'convencer' y no de 'vencer', nos encontramos en instituciones cuya misión es la construcción de ciudadanos con criterio ético y fundamentación científica, en donde el diálogo, la colaboración y el mejor argumento se asiente, en lugar de considerarlas organizaciones burocráticas de conformación de identidades pasivas, en donde la prescripción y la decisión del más 'poderoso' sea la imperante, aunque no sea la más ‘justa’.

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